RESILENCIA UNA BUENA VIRTUD
A veces la vida nos pone a prueba, nos
plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad,una
ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido,
el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos… Existen
diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos
cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar
adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos
vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos,
apostar por la resiliencia.
Resiliencia:
definición y significado
La resiliencia es una capacidad que nos
permite enfrentar las crisis o situaciones traumáticas y salir fortalecidos
de ellas. La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en
función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse
a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y
utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no existe
una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple
disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver
el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma.
De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen
preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan
enfrentar la vida con una sonrisa en los labios.
¿Cómo
podemos ser más resilientes?
La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en
nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede
predisponer a tener un “buen carácter”.La resiliencia es algo que
todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas
que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un
modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por
sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando
cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa
que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias
veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al
borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades
necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.
¿Qué
caracteriza a una persona resiliente?
1. Son conscientes de sus
potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy
poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas
resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus
principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De
esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta
sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para
conseguirlas.
2. Son creativas. La persona
resiliente no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que
ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos
rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil,
saca lo precioso.
3. Confían en sus
capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas
resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es
que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden
lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y
no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
4. Asumen las
dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida
enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas
resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen.
Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio,
para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su
futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una
adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
5. Practican el mindfulness o
conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria,
las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de
vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para
estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de
culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de
incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y
como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los
pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
6. Ven la vida con
objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas
resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los
recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean
optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni
negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de
los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado
optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su
jornada, el día siguiente puede ser mejor.
7. Se rodean de personas
que tienen una actitud positiva. Las personas resilientes saben cultivar
sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una
actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como
vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que
les puede sostener en los momentos más difíciles.
8. No intentan controlar
las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés
es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso,
cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e
inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible
controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y
se sienten cómodos aunque no tengan el control.
9. Son flexibles ante los
cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y
saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente
flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es
necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a
valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes
iniciales o a una única solución.
10. Son tenaces en sus
propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que
renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia
y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos
de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella.
Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse
firmes y luchar por lo que se proponen.
11. Enfrentan la
adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas
resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y
sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a
mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos
positivos de las situaciones.
12. Buscan la ayuda de los
demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un
suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello,
son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda
personal cuando lo necesitan.
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